El Amanecer más oscuro; Bella Vista
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Fue aquel 24 de julio del año 1991, cuando en la tranquilidad del cielo lóbrego lleno de estrellas sobre la Finca Bella Vista, varios hombres armados atacaron a la familia Benavides Medina.
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En el centro Doña Aura Medina y Don Margario Benavides, rodeados de varios de sus hijos, año 1995. Suministra álbum de recuerdos familiar
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Río de Oro (Cesar)
Don Margario Benavides Sánchez y Doña Aura Medina de Benavides, fueron amigos, trabajadores y esposos, unidos desde jóvenes hasta su vejez, en la que la muerte dio fin a su relación pero les permitió dejar un legado, llamado la gran familia.
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Ambos oriundos de Río de Oro, un pueblo ubicado al sur del departamento del Cesar, que limita con el municipio de Aguachica, Cesar y Ocaña, Norte de Santander. Criados en diferentes familias, las cuales residían en la vereda de Puerto Nuevo y Platanal, las dos del mismo pueblo. Pero el tiempo les permitió coincidir juntos y entablar una relación bastante fuerte, llena de amor, sueños y constancia.
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Juntos conformaron una familia numerosa en los años de 1950; llena de catorce hijo, cuatro hermosas mujeres y diez fuertes varones, en medio de condiciones extremas que poco a poco fueron mejorando y es que al heredar la finca de la madre de Doña Aura Medina de Benavides, la señora Ramona Carrascal, les dio un giro en sus vidas a lo cual llamaron el empuje para seguir adelante y luchar por uno de esos sueños cuando se conocieron.
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Bella Vista fue llamada la finca por Margario Benavides, en la que crecieron sus hijos y fue creciendo el negocio familiar, compuesto por agricultura y ganadería; no fue un camino fácil dice su hija mayor Alba Benavides Medina, el tiempo fue su aliado y los años cargados de sacrificios, trabajo y unión para mejorar el bienestar económico y las condiciones en que vivían, así como el ganado, los cultivos y la estabilidad emocional y sana de los miembros de esta gran familia.
Y es gran familia, porque con los años no solo se expandieron sus tierras y los frutos en el campo de Bella Vista, también florecieron retoños de sus hijos, pues al llegar a la adultez comenzaron a conformar sus familias y de allí a acompañar los pasillos de la finca con las risas y locuras de sus hijos, los nietos de Don Margario y Doña Aura.
“Con exactitud son treinta y nueve nietos y a pesar que se llevan muchos años de diferencia entre ellos, pareciera que fuese ayer cuando los veíamos correr por toda la finca y el sueño de verlos crecer y fuesen todos quienes cuidaran y trabajaran esas tierras como su tesoro más preciado, mientras sigan divirtiéndose como hermanos, igual que nosotros” dice con nostalgia la hija mayor Alba Benavides Medina.
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El tiempo pasó, lograron estabilizar todos los factores y condiciones duras por las que atravesó la familia en el momento de su formación; todos los hijos, nietos trabajaban en casa y ayudaban en los quehaceres (oficios) , así como en los negocios por lo que por esa época, en el año 1965 la vida rural era más influyente en las tierras Colombianas, estaban en proceso de formación y urbanización los municipios y terrenos que se conocen en la actualidad.
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Eran años maravillosos, la vida en el campo ha sido y será un ejemplo de amar la naturaleza, de cuidar el entorno,pero sobre todo de disfrutar cada minuto del existir, de gozar los momentos que en ocasiones pueden alejarse de la realidad pero que está presente y recuerda que para todo siempre habrá oportunidades.
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Sin embargo, en algunas historias de felicidad y tranquilidad, la maldad acecha y siempre está detrás, buscando el punto débil para atacar, entorpecer y derrumbar todo. Pero no es la maldad un sentimiento que vaga por todas partes intentando herir, son en varios casos seres humanos de corazón y afecto negativo que quieren aprovecharse y disfrutar del dolor ajeno, de destrucción y de crear tristeza.
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La familia Benavides Medina fue tocada por las armas en el año 1991; después de haber superado obstáculos y estar tranquilamente y establemente bien, un grupo al margen de la ley interrumpió las puertas de la finca Bella Vista en donde yacía momentos de felicidad, sueños, unión y esfuerzo, para convertirlo en dolor, tristeza, miedo y un tiempo lento por una desgracia que se apoderó de todos acabando al final con los creadores de la gran familia.
Fue aquel 24 de julio del año 1991, cuando en la tranquilidad del cielo lóbrego lleno de estrellas sobre la Finca Bella Vista, varios hombres armados atacaron a la familia, rompiendo con la paz y tranquilidad que se cobijaban por el frio inmerso que había dejado la tarde lluviosa y sin tanta pena bajo la luz de la luna fueron acostados boca abajo cada integrante de la familia en el patio, amenazándolos con pistolas y escopetas, mientras les ordenaban que debían dejar pronto esas tierras y que no volvieran jamás o de lo contrario los matarían a todos.
La angustia en ese momento, el miedo, intriga, confusión, fue una mezcla en la que se sumergieron todos los miembros, acompañada del llanto de los niños y gritos de imploración de las mujeres mientras que de Don Margario sufría una crisis asmática, se agotaba su respiración y sus fuerzas para ponerse en pie, mientras veían cómo se retiran las linternas y el sonido de las botas de aquellos hombres.
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La noche se aclaró y así todos los integrantes se fueron levantándose y dando ánimos, pero a unos cuantos metros de la casa se escuchó un disparo. Esto dejó más en shock a la familia, pero Jairo Benavides, uno de los hijos salió detrás de los hombres y notó que Roco, así se llamaba el perro, estaba tirado en la entrada de la finca y lo había asesinado, dando inicio a cumplir la palabra de aquellos hombres y con ello el inicio de la noche oscura que no cesó al amanecer. .
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La familia hizo revisión de todos lo que moraban allí, mientras se estabilizaba la salud de Don Margario y la calma a la corazonada que comenzó a sentir Doña Aura, un miedo así decía la madre en esta familia, que no se iría hasta saber del bienestar de todos. Sin embargo notaron algo diferente y es que al verificar la presencia de los integrantes dos personas no se encontraban, eran José y Raúl, dos hermanos.
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Como pudo el señor Gustavo, otro hijo, abrió las puertas de la bodega de almacenamiento y sacó de allí linternas para que todos fueran en búsqueda de sus hermanos y tomar el control de la situación, sin que esto les afectará la tranquilidad de aquí en adelante, mientras en la propiedad verificaban que se habían robado pertenencias de los miembros que residían en la casa y también el daño de sus propiedades de descanso.
La búsqueda en horas del amanecer se hacía imposible, todo era muy oscuro y el miedo por encontrarse con las peores escenas en el camino debilitaba a los hermanos que corrían por la carretera y potreros de fincas aledañas para buscar a los dos secuestrados para ellos. Estaban solos todos, por la hora y el acceso a la finca era imposible tener contacto con las autoridades o personas cercanas para que ayudaran y auxiliaron tras el acto tan fuerte por el que iniciaba su travesía.
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Pero amaneció y aunque el panorama estaba claro, se sentía la oscura soledad y tristeza que pisaba fuerte sobre cada miembro de la familia Benavides Medina, mientras que por otra parte los hijos más fuertes contactaron y se apoyaban en las autoridades del municipio para que ayudaran en la búsqueda de los dos hermanos secuestrados en la noche anterior.
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Los días pasaron y las autoridades junto con los familiares continuaron en la travesía que llegaría al paradero de los hermanos José y Raúl. Por otra parte Don Margario y Doña declararon la finca Bella Vista en venta. Dándola al mejor postor aunque el valor que dieran por la morada estuviese más bajo de lo expuesto, pero a Don Margario y Doña Aura solo les interesaba estar bien, tranquilos y tener a sus dos hijos en casa, ya que en ese momento como familia se llegó a creer que los tendrían secuestrados mientras se alejan del campo.
Una tarea muy difícil para las autoridades y la familia fue dar con los responsables de este acto atroz, ya que nunca se conocieron. Pero solo se supo de las peores noticias, aquellas que no esperaban recibir, pues estaban cumpliendo todo acorde a la amenaza recibida la noche del 24 de julio, ya que la esperanza de volver a ver José y Raúl fue negativa, invadiendo a la familia de rabia y tristeza al saber de su destino, un acto injusto para ellos y a todos los miembros del núcleo.
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Una llamada anónima cuatros días después en horas de la madrugada, les informaba que habían visto dos cuerpos abandonados a la orilla de carretera que conduce al municipio de Aguachica, aproximadamente a una hora de la finca Bella Vista. Por parte de la familia esperaban que no fuesen sus hermanos, pero Margario, otro hijo y miembro de la familia fue al lugar de los hechos y se dio cuenta tristemente que sí lo eran. A José y Raúl los asesinaron como producto del terror que vivieron muchas familias por esos años en Colombia, en las que fueron obligadas a desterrar rápido sus tierras y ser desplazados.
El dolor fue inmenso para sus padres Don Margario y Doña Aura, sus hermanos, las esposas de José y Raúl y sus hijos, algunos pequeños, apenas comenzando a vivir. Fue un hecho tan duro y difícil de reparar, que para evitar más tragedias salieron más rápido sin vender a Bella Vista y mientras el proceso de venta y compra se dio, algo bastante demorado la familia continuaba la vida viendo como pasaban los días, sin la misma energía y entusiasmo ya que Bella Vista se iba deteriorando y quedando como ahora como el recuerdo más triste.
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Fueron años muy grises, oscuros y tristes como aquella noche y recuperarse no ha sido fácil. La familia se instauró en la zona central de Río de Oro, Cesar; algunos hermanos se fueron lejos para organizar y rehacer sus vidas mientras que Don Margario y Doña Aura continuaban en su nueva morada envejeciendo, rodeándose de sus hijos y nietos amados, tratando de pasar los días, de hacerle frente a un hecho por el que esperaban justicia divina mientras que su luz se apagaba lentamente en medio de la tristeza y el vacío que acompañó en los años de su tercera edad.
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Sin embargo, se volvieron a levantar los integrantes de la familia, organizaron también sus vidas, proyectos, sueños y tejieron sus hogares, mientras que se fortalecía el amor y la unión en esta, la gran familia. Pero los años duros tocaron y cuando menos se dieron cuenta Don Margario Benavides se despidió sin decir adiós, partió al gozo de la eternidad y seguido unos años después, Doña Aura Medina fue detrás de él. Los dos juntos ahora a José y Raúl, que en el pasado les habían arrebatado la ilusión de seguir viviendo pero que gozaban del lugar que después de la muerte se aspira llegar.
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Foto: Finca Bella Vista, ubicada en la vereda Montesitos del pueblo
de Rio de Oro – Cesar, año 1989.
Foto: Hermanos Benavides Medina, año 2016. Suministra Raul Benavides

La familia Benavides Medina ha vivido en dolor mucho tiempo y pese a que con los años nuevos integrantes han llegado para darles un nuevo rumbo a sus destinos y alegría con los aprendizajes y el amor fraternal, los recuerdos se mantienen vivos como en aquella noche. Ya pasaron 30 años desde aquel suceso y la familia logró curar heridas, sin embargo sigue doliendo y la nostalgia por lo que como familia les faltó por vivir juntos y les arrebataron, entrecorta las voces de los hermanos Benavides Medina cuando hablan sobre este tema.
Pero hoy están unidos, más fuertes como antes, con fe y esperanza de que Dios sea encargado de hacer justicia por ese hecho que nadie respondió y nunca se encontró culpables ni las razones por la que lo hicieron. Pidiendo protección del ser supremo para que siempre mantenga a todos los de la familia llenos de valentía, fuerza, sueños y de mucha luz para brillar, anhelando que las tinieblas y el dolor se borren de aquella noche oscura en la que parece aún no ha cesado.
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